El tomate es un cultivo que se da durante todo el año y es base para preparar y condimentar de una forma natural una gran variedad de recetas. Es una verdura muy versátil ya que se puede comer cruda o cocida. Además contamos con diferentes variedades que le dan un toque distinto a cada platillo.
Desde la antigüedad la deshidratación de alimentos ha sido una práctica para su almacenaje y duración. Este sistema consiste en quitar la humedad a los alimentos por diferentes métodos como puede ser al exponerlos al sol, calor y aire, entre otros.
Debes informarte de los métodos más adecuados y los aspectos a tomar en cuenta para lograr que los tomates mantengan su valor nutritivo a la vez que se mantengan saludables o inocuos.
Primero debes seleccionar tomates que estén rojos y maduros, hay que lavarlos y secarlos muy bien. Luego hay que cortarlos (en 2 o 4 partes dependiendo del tamaño) y quitarle las semillas. Luego debes condimentarlos con un poco de sal fina y puedes agregarles tomillo, romero, albahaca y orégano. Ya condimentados los pones en rejillas guardando cierta distancia entre cada trozo, con la cáscara sobre la rejilla y el interior hacia arriba. Utilizar una rejilla permite que el aire circule en todas direcciones.
Ya en la rejilla deberás decidir si los deshidratas en el horno, al sol o con un deshidratador. Una de las formas más sencillas es utilizando el horno (no los expones a insectos y humedad, entre otros). Debes precalentarlo entre 50 ºC y 60 ºC. Ya que este caliente introduces la rejilla. El tiempo de secado dependerá del tamaño y la cantidad de tomates. Sabrás que están listos cuando su color se oscurezca, la textura se endurezca y dejen de estar pegajosos. Ya deshidratados los puedes almacenar en botes de vidrio con aceite de oliva.
Conoce más detalles en el siguiente link:
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/en_la_cocina/trucos_y_secretos/2014/08/18/220438.php